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El Andén Pacífico

Por: Carlos Jiménez



El 9 de abril la Corte Suprema de Justicia atribuyó a la Amazonía la condición de “sujeto de derechos”, en una decisión que no solo constituye una revolución en la concepción misma del derecho sino que es una poderosa llamada de atención a un país cuyas autoridades y clases dirigentes exhiben una actitud poco menos que irresponsable ante el prodigioso legado natural que representan los bosques y las selvas.

Como vallecaucanos podríamos encogernos de hombros, pensar que la Amazonía queda lejos y que haga lo que se haga con ella poco nos importa. Grave error. Y no solo porque en la Amazonía, en cuanto pulmón del Planeta, se juega el destino de la humanidad, sino porque lo que se diga y se haga con la Amazonía equivale a lo que se diga y se haga con el Andén Pacífico. O sea con la selva húmeda tropical que cubre nuestra costa del Pacífico desde la frontera de Panamá hasta la del Ecuador. Y más allá. O que la cubría, porque con cada día que pasa las empresas mineras y las madereras, entregadas sin apenas freno, a la maximización de beneficios, reducen dramáticamente el tamaño y la integridad de esas selvas.

Y este es precisamente el principal problema al que nos enfrentamos los vallecaucanos si es que queremos evitar que la cuarta gran región natural de nuestro departamento no termine siendo destruida completamente. La región que todavía alberga una extraordinaria diversidad biológica es el hábitat natural de aborígenes y afrodescendientes y ofrece recursos y posibilidades enormes al diseño y realización de estrategias que pongan fin al modelo económico imperante actualmente en dicha región -y en el resto del país- basado en la explotación ruinosa de los recursos naturales. Eso, sin contar que también es otro de los pulmones del Planeta.

El comunicado con el que la sección colombiana del WWF-una ONG dedicada a la defensa de la vida salvaje- subraya su interés en que actores privados intervengan en la realización de los planes dedicados al mantenimiento, la restauración y la protección de la selva amazónica. Y yo estoy de acuerdo con la intervención de la empresa privada en dichos planes. Pero al mismo tiempo soy consciente de que lo que falta ahora es una enérgica intervención estatal que meta en cintura a las mineras y a las madereras, cree las instituciones y dicte las leyes que regulen y orienten las estrategias de conservación y usufructo sostenible de nuestra selva.


Fonte http://www.elpais.com.co/opinion/columnistas/carlos-jimenez/el-anden-pacifico.html

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